Empezamos el año insistiendo en la importancia del ajedrez y de sus posibilidades en el aula, como ya hemos indicado en artículos anteriores (El ajedrez como herramienta educativa, del 5 de junio de 2016). Ahora rescatamos un texto de Peridis, en su novela "Esperando al rey" que ha recibido el Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio 2014.
Estamos en la segunda mitad del siglo XII y hablan don Nuño, regente de Castilla y don Cerebruno, obispo de Osma y educador y maestro de ajederez del niños Alfonso, futuro rey de Castilla y en litigio con su tío Fernando, rey de León. El noble cuestiona la importancia del ajedrez para la educación del príncipe y el obispo defiende sus virtudes.
-No me diréis que a un niño
tan pequeño le place un juego tan sesudo y se sujeta al tablero con paciencia.
A mí me gusta jugar rápido. Detesto la demora por mover las piezas –dijo Nuño.
-Él se sienta en el trono
cuando se pone ante el tablero porque sabe que es un juego de reyes. Este juego
tan antiguo es el único que depende más del ingenio que del azar, y una vez
puesto en marcha es como abanico abriéndose con infinitas posibilidades y
cerrándose como una tenaza- explicó don Cerebruno.
-Pero es un arte que nada
crea, nada deja, a nada conduce, para nada sirve, como una mesa sin patas o una
casa sin paredes. Los que juegan al ajedrez son arquitectos de la nada que
construyen un edificio sin muros ni tejado. Es una ciencia que no sirve para
nada si a nada le llamamos entretener el ocio. Es como música silenciosa -dijo
don Nuño.
-Nadie sabe quién lo inventó
y su señoría dice que para nada sirve. Esa es su gran paradoja. Cuando no haya
reyes sobre la tierra, sus homólogos de madera o de marfil seguirán reinando y
guerreando en las teselas blancas y negras. Cuando estos castillos que nos
acogen no defiendan nada, siempre habrá torres vigilando las horizontales y
verticales. Cuando los monasterios y las catedrales se yergan silenciosos,
siempre habrá abades y obispos peregrinando por las diagonales de los tableros.
Y cuando la gente se haya olvidado del nombre de los sabios de la Antigüedad,
se seguirán preguntando quién fue el ingenioso duende que, para matar su aburrimiento y gastar el tiempo con sus amigos, inventó un juego tan sencillo y
divertido que pasa, prácticamente inmutable, de reino a reino y de generación
en generación. Decidme, señoría, ¿en qué torneo un niño puede derrotar al más
valiente y diestro de los caballeros? ¿O un iletrado al más sabio de los
obispos? ¿O un pobre al más rico de los mercaderes? Y todo ello sin levantarse
de su asiento.
-¿Y realmente ejercita la
mente o más bien la embota? Porque flaco servicio le haríamos a nuestro rey si
se aficiona tanto a este juego y gasta más energías en pasear su corona de
cuadro en cuadro por los vericuetos del tablero que en recorrer sus reinos de
pueblo en pueblo para solaz y consuelo de sus vasallos -replicó don Nuño.
-Con este placentero juego,
nuestro pequeño rey ha aprendido cosas tan provechosas como ejercitar la
memoria, ordenar la cabeza y tener paciencia o no distraerse -continuó don
Cerebrumo-. También a hacer acopio de fuerzas. A distinguir lo principal de lo accesorio y prever las consecuencias de sus actos. No es mala cosa saber
adivinar las decisiones del contrario ni ganar batallas parciales para vencer
al final. Ni tampoco es cosa baladí conocer el terreno y también al rival. Darse
cuenta de que no hay enemigo pequeño porque hasta un peón puede lograr tu
captura.
Él sabe ya ser astuto para
tender celadas o evitarlas con sentido de la anticipación, y aceptar
sacrificios para lograr la victoria o pedir treguas cuando es preferible una salida
honrosa que una victoria incierta o una derrota oprobiosa. Y ha aprendido
también que, en el tablero, tanto como en la guerra, es muy provechoso ocupar
los espacios centrales del tablero para cerrar el paso al enemigo, entretenerlo
mientras se preparan ataques en otra parte o dirigir desde ellos operaciones de
castigo...
(Páginas 208 y 209 de Esperando al rey, de José María
Pérez, Peridis, Editorial Espasa, 2015. Fotografía de un ajedrez de la Edad Media por VABALO)
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