sábado, 25 de noviembre de 2017

SALVADOR MUNDI Y MANUEL VICENT


A raíz de la venta de este cuadro de Leonardo da Vinci, Manuel Vicent elabora su columna en El País de una forma magistral a través de asociar ideas contrapuestas que nos llevan a un final apoteósico. De esta manera se enfrentan ideas como pintura y gallinero, perdón y acuchillamiento, altar y Christie´s, que nos conducen a un final que relaciona la fe con la codicia. Como temas laterales cabe destacar la pintura del Quattrocento, los Médici, la homosexualidad, la evolución de los primates, etc. En resumen, un ejemplo a seguir, a la hora de comentar una pintura.

El artículo se titula "La ofrenda" y dice así:


Mientras Leonardo da Vinci pintaba en su taller de la vía Ghibellina de Florencia la pequeña tabla con la imagen del Salvador Mundi a su alrededor cacareaban docenas de gallinas. Los artistas del Quattrocento solían pintar al temple y necesitaban muchas yemas de huevo para ligar los pigmentos. Esta pequeña tabla de nogal como La Gioconda y todas las Madonas con el Niño, fue creada en un auténtica gallinero y probablemente sería un encargo de los Médici, sus mejores clientes, para el oratorio de palacio y allí la imagen del Salvador atendería las súplicas de perdón de Lorenzo el Magnífico después de haber acuchillado a alguien. La figura del Salvador Mundi adopta con la mano el gesto de bendecir o de mandar formando una pinza con el pulgar y los dedos anular y meñique. El índice queda inhiesto como un símbolo fálico, que entre los pintores florentinos era una contraseña homosexual. Esa pinza fue la conexión energética a través de la cual la inteligencia pasó de la acción de la mano al cerebro del primate. A lo largo del tiempo la pintura religiosa, mientras permanece en el altar, absorbe las oraciones de los fieles y en la imagen sagrada se posa como una veladura toda la carga de miedos, milagros, esperanzas. Así sucedió con este Salvador Mundi, pintado como un elegante joven nórdico, absolutamente humano, casi profano. Pero un día esta tabla fue apeada  del altar y comenzó a absorber otras pasiones. Pasó por salones reales, por alcobas de amantes, por mansiones burguesas; soportó el vilipendio de los restauradores; se extravió y reapareció en chamarilerías para ser zarandeada por la especulación y finalmente ha sido devuelto de nuevo al altar de Chritie´s y allí ha recibido una ofrenda de 372 millones de euros. Esa  cantidad es una oración, que nace de un acervo más profundo que la fe, que es la codicia.

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