viernes, 15 de junio de 2018

EXÁMENES EN JUNIO O EN SEPTIEMBRE


De nuevo aparece una polémica absurda en educación, antes fue "jornada continua o jornada partida" y ahora es "exámenes en junio o exámenes en septiembre"... Los estudios sobre las ventajas de una u otra fecha no son concluyentes, algunos se basan en meros resultados estadísticos recogidos en los dos o tres últimos años y cada Comunidad Autónoma opta por lo que cree más oportuno.

Para defender el cambio y realizar los exámenes en junio, cuando antes se realizaban en septiembre, se argumenta fundamentalmente que los alumnos no tendrán que pagar una academia durante el verano y que serán sus propios profesores quienes les ayudarán con los contenidos no asimilados. Yo creo que se olvida el problema principal y cuál es la causa del suspenso...

Cuando un alumno suspende se debe a que el profesor considera que no ha logrado los objetivos ni asimilado los contenidos de la materia. Se trata de un programa que se ha impartido a lo largo de 10 meses, que es lo que dura el curso y se evalúa a través de la evaluación continua. Es decir, el profesor no sólo tiene en cuenta el resultado de un examen sino también el trabajo desarrollado por el alumno a lo largo del curso: participación en clase, tarea diaria, debates, ejercicios puntuales, etc. De manera que si llega junio y el profesor, a pesar de la evaluación continua, de los exámenes trimestrales y de las "repescas" oportunas, decide que un alumno debe suspender una materia es después de una reflexión sosegada realizada a lo largo de un largo periodo de tiempo.
El alumno que suspende en junio tiene todo el verano por delante, puede descansar, salir unos días de vacaciones y volver a retomar los estudios y recuperar las materias suspendidas. Los resultados de los exámenes de septiembre no siempre son los mejores, a veces los alumnos se han despreocupado de la materia y no han estudiado; sin embargo, en otros casos, ese trabajo durante el verano sirve para que el alumno se ponga al día y pueda iniciar el curso con cierta base.

Al adelantar los exámenes de recuperación a junio, el alumno que ha suspendido sólo tiene dos semanas para repasar y parece evidente que si no ha conseguido los objetivos y contenidos mínimos de una asignatura en 10 meses, no los puede conseguir en 15 días, ni siquiera con ayuda del mismo profesor. Hace falta un periodo más largo de trabajo por parte del alumno, de asimilación de conceptos y procedimientos y hace falta también descansar, después de un largo curso de 10 meses. Y no digamos ya cuando al mismo alumno le quedan dos o tres materias, ¿lo podrá recuperar todo en 15 días?

Podemos argumentar que el alumno no estudiará durante el verano, que en la actualidad las familias se despreocupan y no colaboran en el estudio de sus hijos e hijas, que hace falta el apoyo de clases particulares, etc. Pero en definitiva es el alumno que ha suspendido el que tiene que hacer un esfuerzo para estudiar y recuperar el trabajo no realizado durante el curso escolar. Está claro que hay deficiencias económicas y sociales y que muchas familias no pueden ayudar a sus hijos, pero este es un tema que se puede solucionar por otras vías.

Para terminar me gustaría pensar en los alumnos que van bien, que aprueban todas las materias del curso y que terminan 15 días antes sus clases, ¿no les estamos perjudicando?¿por qué nos empeñamos en reducir su calendario escolar? Es cierto que teóricamente esos alumnos pueden asistir a clase, pero en la práctica si el profesor repite contenidos y orienta el repaso hacia los que han suspendido, quienes han aprobado se aburren y dejan de ir a clase (y los centros escolares lo permiten, a veces pidiendo la autorización de los padres).

Yo creo que la solución pasa por mantener el calendario escolar (de septiembre a junio) y las fechas de los exámenes (en septiembre). Otro tema será el de ayudar a los alumnos que suspenden... Si los motivos del suspenso son de aprendizaje es necesario contar con refuerzos educativos y compensación escolar durante el curso. Si además, hay otras causas familiares, sociales y económicas, habrá de pensar en continuar con ese apoyo durante el verano, campamentos de recuperación, conciertos con asociaciones de apoyo escolar, subvenciones para las familias, etc. Pero siempre centrando la solución en los alumnos que tienen el problema y sin extender ese problema a toda la comunidad educativa. 

(Fotografía de Claudio Álvarez en EP del 8 de junio de 2018, correspondiente a los exámenes de selectividad en Madrid)

2 comentarios:

juan manuel coronado dijo...

Hola Valentin, necesito asesoramiento y consejos tuyos porfavor. Soy Juan manuel Escribeme a mi correo electronico j-manuel.coro@hotmail.com.

Luis dijo...

Un buen análisis sobre el cambio de calendario. No se dónde estará verdaderamente la causa que les impulse a cambiar los exámenes de septiembre a junio, pero una vez más me sorprende que vayan contracorriente y vean más ventajas que desventajas...