"Estas vacaciones de Semana Santa me he ido a un pueblo de Santander, pero no he podido salir de casa porque ha llovido, granizado y nevado y ha hecho mucho frío. Al venir para Madrid, por algunos pueblos estaba nevando y al pasar por un pueblo de Burgos, yo cogí renacuajos para traerlos a clase". Lorena Villanueva (10 años)
Efectivamente, ya tenemos los renacuajos en clase, les hemos preparado un recipiente de plástico con agua hasta la mitad, con una piedra grande y algunas hierbas que traía Lorena. Al principio no sabíamos lo que comían y hemos buscado en libros y fichas, pero no hemos encontrado la información, al final un niño dijo que, como vivían en el agua, quizá les gustase la comida de los peces... Así que los responsables del acuario se encargarían también de los renacuajos y de ponerles comida cada día. Ahora ya han crecido bastante y al más grande le han salido las patas, primero las traseras y luego las de delante.
Un día a la semana estudiamos los animales que tenemos y anotamos los cambios en el cuaderno de campo, hacemos un dibujo y apuntamos lo que nos parece más interesante. A veces los miramos con la lupa o incluso con el microscopio. También utilizamos libros de animales y guías, que tiene el profesor, que trae algún niño o que sacamos de la biblioteca del colegio.
Con todas estas tareas aprendemos a observar, a "mirar con ojos de montañeros", a ver cómo se van produciendo cambios en el acuario o en el terrario (cómo cambia un renacuajo, cómo muda un saltamontes, como pone huevos un caracol, cómo se esconde una cochinilla, cómo toma el sol una lagartija, etc.). Aprendemos a dibujar y a tomar notas en el cuaderno de campo. Y también a consultar libros de animales y enciclopedias.
Buscando en los libros descubrimos que hay animales con hueso y otros que no tienen huesos. Que algunos viven en el agua y otros en la tierra. Que unos animales tienen la piel con escamas, otros con plumas y otros con pelo. Que algunos no tienen patas, que otros tienen seis, otros ocho y otros muchas más... Aprendemos cosas sobre cómo nacen unos y otros animales y cómo van creciendo. También aprendemos cosas sobre su alimentación, lo que comen y lo que no. Y dónde les gusta vivir, si en sitios soleados o en sitios húmedos, si escondidos tras las rocas o subidos a las ramas…
Finalmente, aprendemos a cuidar y a querer a esos animales y cada día los encargados correspondientes ponen comida a los peces, a la tortuga y a los renacuajos; limpian el terrario y cambian la lechuga de los caracoles; recogen hojas de rosal para los insectos palo y hojas de morera para los gusanos de seda... Los encargados son niños y niñas de la clase que van rotando cada mes, de manera que todos tienen alguna tarea concreta y todos van pasando por cada responsabilidad.
Los niños y niñas de la clase parecen contentos, hemos hecho alguna salida por los alrededores del colegio y hemos subido a la sierra de Madrid. A veces se acercan niños de otras clases y dicen que es muy bonito nuestro Rincón de la Naturaleza y que a ellos también les gustaría tener bichos en clase. También se acercan algunos profesores con sus alumnos y entonces los encargados explican cómo son, qué comen y cómo hay que cuidar a cada animal.
En ocasiones ocurren anécdotas como la que pasó con Darío, un chico estudioso, pero tímido y al que le cuesta relacionarse. Un día apareció en clase con una lagartija, el profesor, para animarlo, valoró mucho la captura explicando que la lagartija es un animal muy rápido y difícil de coger... Al día siguiente, Darío apareció con otras doce lagartijas... y fue preciso explicar que no se trataba de "cazar" sino de coger un solo ejemplar para estudiarlo en clase y, más tarde, soltarlo.
Madrid, abril de 1998.
Valentín Abalo Garea.
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