A principios de curso comentábamos la subida de las tasas de las escuelas municipales de música de Madrid. Hoy, Patricia Peiró publica en EP un artículo sobre un concierto de protesta (Violines para una enseñanza musical asequible), que reproducimos a continuación (la foto es de Claudio Álvarez):
La sala está abarrotada, incluso hay gente de pie. Los músicos de la
orquesta sinfónica aparecen entre aplausos. Todos vestidos de negro
porque así es como ven el presente. El director, Carlos Cuesta, explica
el repertorio: “La Quinta sinfonía de Beethoven representa el
sol que se abre, que esperemos que sea el futuro de la música, aunque
ahora está nublado”. Más de 40 profesores de Madrid han participado en
este concierto reivindicativo en la sede de UGT contra la subida de tasas de las escuelas municipales de música y danza. En septiembre los centros tuvieron que triplicar el precio de sus matrículas después de que el Ayuntamiento de Ana Botella dejara de subvencionar las dos terceras partes de su coste,
alegando que estas clases no regladas no son esenciales en tiempos de
crisis. Así, por ejemplo, una clase como Música y Movimiento ha pasado de costar 20,70 euros mensuales a 60,80. Como consecuencia, un tercio de los alumnos han abandonado las clases –de 6.000 a 4.000-, según los profesores.
Uno de estos estudiantes que echó a volar es Isidro Pérez, clarinetista. Cuenta que toda su clase, de 13 personas, se ha disuelto porque los alumnos no podían o no querían afrontar el incremento de tasas. “Es una barbaridad, se han cargado la enseñanza”, explica. Su alternativa fue abandonar la escuela de Maestro Barbieri, en Usera, y seguir aprendiendo en una asociación del barrio de Vallecas en la que paga 40 euros mensuales junto con otros dos compañeros. La matrícula de este año le hubiese costado 100 euros en la escuela. A su lado, Beatriz Ordóñez, de 39 años, asiente. Ella no ha querido abandonar sus estudios, pero ha reducido sus horas lectivas. Ahora paga 70 euros al mes por media hora a la semana de clase, el curso pasado eran 50 por cinco horas. Aun así, señala que se pensará continuar el año que viene, porque es profesora en un instituto público y también le han bajado el sueldo.
La disminución de matriculación ha afectado al salario de los docentes, que cobran por horas y por alumnos. Ana Torralba, que da clases en Carabanchel, ha pasado de ganar 1.400 euros a 700. La dificultad para reagrupar a los alumnos —por la diferencia de nivel o instrumento— hace imposible que pueda buscar otro empleo para ampliar sus ingresos.
Muchos de los músicos que participaron en el concierto salieron llorando tras la ovación de 10 minutos. Uno de ellos es Aurora Padrino. A ella no le afecta la subida de tasas porque trabaja en San Sebastián de los Reyes, pero también allí se ha reducido el número de alumnos por la crisis. Además, teme que el próximo curso también ese municipio deje de subvencionar las clases. “La bajada de matriculaciones demuestra que no solo no hay que eliminar las subvenciones, sino ampliarlas”, afirma. Padrino se lamenta de que en España se esté tratando “tan mal” a esta enseñanza artística. “Tengo dos carreras y siete años de experiencia y ahora cobro menos de 500 euros al mes”, asegura.
Luis Javier Zenner enseña en Vicálvaro desde el año pasado, antes trabajó 12 años en un conservatorio. Explica que se han dado de baja muchos hermanos, porque sus padres no pueden asumir el incremento por partida doble. En su caso, ha pasado de 26 alumnos a 10, y de trabajar nueve horas semanales a tres.
Carlos Cuesta lamentó ante el público que España esté perdiendo el nivel musical que había conseguido en los últimos años. Hasta cinco veces tuvo que salir el director de orquesta ante la insistente ovación de los asistentes al final del concierto. “Son 40 músicos con un mismo objetivo, un ejemplo de lo que estamos reclamando”, había dicho la presentadora del acto. Para terminar, todos los músicos se dieron la vuelta y señalaron el mensaje que había en su espalda: “Música de todos y para todos”.
Uno de estos estudiantes que echó a volar es Isidro Pérez, clarinetista. Cuenta que toda su clase, de 13 personas, se ha disuelto porque los alumnos no podían o no querían afrontar el incremento de tasas. “Es una barbaridad, se han cargado la enseñanza”, explica. Su alternativa fue abandonar la escuela de Maestro Barbieri, en Usera, y seguir aprendiendo en una asociación del barrio de Vallecas en la que paga 40 euros mensuales junto con otros dos compañeros. La matrícula de este año le hubiese costado 100 euros en la escuela. A su lado, Beatriz Ordóñez, de 39 años, asiente. Ella no ha querido abandonar sus estudios, pero ha reducido sus horas lectivas. Ahora paga 70 euros al mes por media hora a la semana de clase, el curso pasado eran 50 por cinco horas. Aun así, señala que se pensará continuar el año que viene, porque es profesora en un instituto público y también le han bajado el sueldo.
La disminución de matriculación ha afectado al salario de los docentes, que cobran por horas y por alumnos. Ana Torralba, que da clases en Carabanchel, ha pasado de ganar 1.400 euros a 700. La dificultad para reagrupar a los alumnos —por la diferencia de nivel o instrumento— hace imposible que pueda buscar otro empleo para ampliar sus ingresos.
Muchos de los músicos que participaron en el concierto salieron llorando tras la ovación de 10 minutos. Uno de ellos es Aurora Padrino. A ella no le afecta la subida de tasas porque trabaja en San Sebastián de los Reyes, pero también allí se ha reducido el número de alumnos por la crisis. Además, teme que el próximo curso también ese municipio deje de subvencionar las clases. “La bajada de matriculaciones demuestra que no solo no hay que eliminar las subvenciones, sino ampliarlas”, afirma. Padrino se lamenta de que en España se esté tratando “tan mal” a esta enseñanza artística. “Tengo dos carreras y siete años de experiencia y ahora cobro menos de 500 euros al mes”, asegura.
Luis Javier Zenner enseña en Vicálvaro desde el año pasado, antes trabajó 12 años en un conservatorio. Explica que se han dado de baja muchos hermanos, porque sus padres no pueden asumir el incremento por partida doble. En su caso, ha pasado de 26 alumnos a 10, y de trabajar nueve horas semanales a tres.
Carlos Cuesta lamentó ante el público que España esté perdiendo el nivel musical que había conseguido en los últimos años. Hasta cinco veces tuvo que salir el director de orquesta ante la insistente ovación de los asistentes al final del concierto. “Son 40 músicos con un mismo objetivo, un ejemplo de lo que estamos reclamando”, había dicho la presentadora del acto. Para terminar, todos los músicos se dieron la vuelta y señalaron el mensaje que había en su espalda: “Música de todos y para todos”.
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