A primeros de mayo, en un paseo por la Sierra de Guadarrama hemos disfrutado de la flor de la jara. Este arbusto del bosque mediterráneo florece en abril o mayo y sus flores son muy grandes, tienen cinco pétalos blancos y algunas especies, como la jara pringosa, lucen una mancha morada en la base.
Es una época estupenda para disfrutar de estas flores porque en cuanto acabe la primavera y empiece el calor, desaparecerán. Podemos encontrarla en las laderas soleadas del Sistema Central, en los Montes de Toledo y en Sierra Morena.
Se trata de un arbusto que puede medir de 1,50 a 2 metros de altura y crece en lugares secos y soleados. Se asocia a la encina y coloniza su espacio tras los incendios o las talas.
Las hojas de la jara pringosa (cistus ladanifer) son enteras, alargadas y estrechas y tienen una sustancia pegajosa (el ládano) que les da un aspecto brillante y que se pega a las manos y ropa. El fruto es una bolita leñosa que tiene varios compartimentos con semillas.
Al aumentar la altitud y cuando la encina es sustituida por el melojo, la jara pringosa es sustituida por la jara estepa (cistus laurifolius) que tiene las hojas más anchas y rizadas (parecidas a las del laurel); sus flores son más pequeñas y no tienen manchas, y la corteza de su tronco se desprende en tiras.
Para más información sobre la planta, en especial para ver dibujos y fotografías, y conocer los nombres que le dan los lugareños de cada región de España, se recomienda esta web, realizada por el CSIC y el Real Jardín Botánico, junto con el Ministerio de Medio Ambiente.
Valentín Abalo Garea
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